Blogoteca 20 Minutos

domingo, 21 de febrero de 2010

Cine de Miedo. (2). Hoy: "¿Hay alguien ahí...?

Pregunta más alto, anda.

O sea...,  asi a bote rápido, como quien no quiere la cosa, eh, que yo lo digo con todo el respeto del mundo, vale, pero vamos, que para mis adentros yo pienso que tampoco hay que ser Belén Esteban o Stephen Hawkins. Veamos..., estás a punto de entrar en tu casa y tú recuerdas perfectamente que antes de coger camino de la peluquería le has echado la doble vuelta a la llave. Lo sabes. Eres consciente. Te apostarías a tu mami en una timba al Remigio. Esa señora que te pone las croquetas en un tuperware. Las croquetas, las lentejas, los garbanzos, la pechuga empanada.... Tu mami. A las cartas, oye. Y llegas y te encuentras con la puerta abierta medio palmo. Hostia. Apuntemos, para más inri, que nadie más tiene llaves del piso salvo la señora de las croquetas y el señor que te compró la Scoopy y que, casualmente, vive con tu mami. (pudiéramos estar hablando de tu papi, ojo; pudiéramos, he dicho, que luego estas cosas nunca se saben). Y resulta que ambos están en Benidorm.

No quisiera ser agorero, pero habría que repasar algunos aspectos a tener en cuenta en ese preciso momento. A saber:

1.- Alguien ha entrado en tu casa (Bien. Felicidades. Premio para el caballero y gratificante reconocimiento público. Se lleva usted tres tabletas de turrón. Y, ya puestos, gracias Dios mío por esta iluminación que me das y por hacerme cada día que pasa un poquito más inteligente y despierto.) y luego ese alguien se ha largado.

2.- Alguien ha entrado en tu casa y todavía está dentro. ¿Para qué? ¿Qué estará haciendo? ¿Qué pretende? ¿Cuántos son?. ¿Humanos? ¿Mutantes? ¿Vendedores de Kleenex? ¿De mecheros?. Pues no sé, chica. Pero para eso estás tú: PARA PREGUNTARLO, alertar al visitante y, de paso, sembrar el pánico entre las filas del cine. Darnos por saco, en definitiva.

¿Entonces qué ocurre? Pues mira, que cómo tú no sabes si el intruso se ha ido o todavía está dentro, esperándote para hacerte la piragua en la bañera, yo me pregunto visceralmente (que hasta hago muecas de los visceral que me pongo, ojo): ¿Para qué preguntas?. Y encima a vozarrones. Que solo te falta ponerte las manos a los lados de la boca como si estuvieras voceando en el campo a las ovejas. Di que sí, artista. Tentando a la suerte. Ehe, toro!!! Ehe!!! Venga. A puerta gayola. Ehe!!!
A ver cuántas mujeres torero han triunfado, hija mía.
- HE DICHO QUE SI HAY ALGUIEN AHI!!!.

Grita mas que no te ha escuchado. Que se conoce que el audífono se le está quedando sin pilas.
Porque no nos engañemos, señores, que esto es lo que todo hijo de vecino (con Graduado Escolar o sin él) está pensando en el cine. Es que es así. Yo no sé si es que los guionistas nos toman por gilipollas o escriben los guiones con papel carbón y luego los van reutilizando. Total, que toda la peña en el cine pensando al unísono si la gorriona esta de las grandes orejas (esto es fundamental) empitonadas con pezones que parecen peones de ajedrez (más fundamental todavía) está tronada de la drogaína o quizá se dio un mal golpe en la cabeza de pequeña. No falla. Siempre tiene que ser un pibonazo que está para meterle los pelos para dentro.

- Oye, Toñín.
- Qué pasa.
- A esta le faltan 10 minutos al microondas, ¿no?.
- Ya te digo. Pero está para metérsela y no sacarla hasta que el niño te pida para tabaco.
- Ya sabía yo que ibas a decir algo así.


Llega otro de los MOMENTUM ESTELARUM en estas situaciones tan concretas: el pibón va a encender las luces del piso.

Le da al interruptor.

Hola, soy Carlos Sobera. Desde el 50 x 15. Quién quiere ser Millonario:

a) Las luces se encienden.
b) Se activa la alarma del búnker de la serie Perdidos.
c) Se abre una trampilla en el suelo y un tiburón asoma la cabeza. Entre sus dientes lleva una bombona de oxígeno.
d) Las luces no van. No funcionan. Por tanto, a oscuras.

(¿Comodín del público?)

Más oscuro todo que el ojete de Nat King Cole, oiga. Y esa cámara del director buscando los planos más cabrones mientras la chica de grandes orejas se va adentrando poco a poco, cada vez más, en su casa. Por supuesto, preguntando si hay alguien ahí. A voz pelada. "RESPÓNDAME, POR FAVOR!! ¿HAY ALGUIEN AHÍ...?"
En las filas del cine los rumores no cesan. Se forman corrillos alrededor de las butacas para combatir la inquietud. Sin poder fumar.Se barajan varias alternativas:

Opción A.- Ahora le echan la mano por detras a los pelos.
Opción B.- Ahora se gira y hay un fantasma chino-japonés-coreano-tailandés, con los pelos largos y los ojos en salmuera. Con mucha tensión en su rostro. De mal rollo, vamos. (ya hablaremos de esto otro día).
Opción C.- Ahora la puerta se cierra sola tras ella pegando un terrible portazo reproducido en sonido THX.
Opción D.- Inmediatamente tras de ella, muy lentamente, con la agilidad de un ninja, baja del techo Jesús Mariñas.

Yo sé que estos cuatro ejemplos son de conocimiento general y que uno pues oye, como que ya los está esperando venir, vale. Pero la cuestión es que la languidez de esfínter te viene igualmente, aún y que estuvieras sobre aviso. Excepto, eso sí, en la opción D, la de Jesús Mariñas. Ahí ya se te escapa directamente el mojón entero.

Cuando te quieres dar cuenta, por mucho que la escena se te haga interminable, llegas finalmente al clímax del asunto. La chica se mete dentro de su piso. Muy adentro para el gusto del consumidor. Está realmente lejos de la puerta de entrada. Se mete y se mete y se mete... "Conteste, por favor!!!". La cámara, que sigue puteándonos. Tú rezando todo el rato en tu butaca: "tú verás tú verás tú verás tú verás...". Silencio opresivo entre las filas. La tontolaba que sigue caminando a oscuras. "Tú verás tú verás tú verás..."

Y entonces sale el notas de sopetón, la agarra sorpresivamente, y el pibón suelta un berrido que te eriza los pelos de las cejas y de paso, como si no fuera contigo, te provoca un frenazo doble con derrape atención curva cerrada a ras en los Calvin Klein que eso hace falta KH-7 para desincrustarlo en condiciones.
A los que usan tanga ni te cuento. El mismo tanga les hace el efecto cuchilla (que se dice) y el asunto se divide en dos.
Y por si fuera poco, resulta que el intruso es su marido. O su mejor amigo, su primo de Cuenca, el ayudante del Sheriff secretamente enamorado desde el Instituto, el portero de la finca, Richard Clayderman..., yo qué sé. Alguien conocido, vamos. Alguien conocido a quien efectivamente, como he dicho antes, o bien se le han acabado las pilas del sonotone, vale, o estamos hablando de un hijo de la gran puta de tres pares de cojones por hacerle pasar ese mal rato a la chiquilla y encima pegarle ese susto en el cuerpo a caso hecho. Porque desde luego no escucharla en un piso de protección oficial de 30 m2 (gracias, ministra) es para flipar un poco, eh. Hay que ser hijoputa y cabrón. En definitiva: para volver a prestarle dinero, sabes.

De todos modos la puntilla llega después, cuando el pibonazo, tras reponerse un poco le pregunta...:
- ¿Cómo has entrado Yimi...?
Y él le responde (agarraos que viene otro Momentum Estelarum)...:
- La puerta estaba abierta.

Que vaya entrando el siguiente frenazo.
Curva con desnivel. A ras.



Saludos.