Blogoteca 20 Minutos

lunes, 3 de enero de 2011

Encuentros en la 3ª Planta.

Para tener según qué energúmenos como amigos quizá fuera preferible seguir estando solo. En ello pensaba el otro día mientras le daba a la sartén con la parte esponjosa del Scotch Brite, agua caliente y una gota de Fairy. Y es que si algo tengo claro, es que cuando acabes de calentarte judías con tomate HEINZ y no tengas pensado fregar acto seguido, ni tampoco después de comer porque estás con la perrez, ni a la tarde, ni al día siguiente porque vas por la vida con el ansia y sin tiempo para una pajilla medio decente, ni siquiera llegados al Viernes porque simplemente, y ya llegados a este extremo, eres un tío guarro..., coge, y déjala (la sartén) al menos con agua y lavavajillas para que se vaya desincrustando el asunto. No seas limitado. O sea..., ya no cerdo, no..., sino LIMITADO. Un cerdo limitado. Lo peor, nen. De todos modos, y como atenuante en el caso de llegar a un Viernes sin fregar los platos vamos a decir que un tío feo, un tío de belleza despistada, vale, no suele ligar, ergo, no suele recibir visitas femeninas los Viernes (ni los Sábados, ni los Domingos...), así que puede darse el gustazo de fregar cuando le salga de los cojones (perdonen ustedes la expresión pero me está pareciendo ver ya dedos acusatorios).

Bueno, como decía, estaba yo liado pensando en la amistad, vale, en las amistades peligrosas, de hecho, cuando me picaron por el interfono.

- Paco, vente, que vamos a dar una vuelta por Glorias, que el Tirilla tiene que comprarse una púa para la guitarra eléctrica.
- ¿Pero desde cuándo sabe tocar la guitarra el Tirilla?.
- De nunca, pero le ha dado por ahí y se ha apuntado a un curso a distancia C.C.C.
- ¿Y de dónde coño ha sacado una guitarra eléctrica?
- Se la ha vendido el Ninonino por 100 leuros.

Me esperaban en el coche. Todos con gafas de sol. Eran las 20:44h. del Jueves 23. Los Beastie Boys de Santa Coloma.
- Sube, Paco y dale una calada a esto.
- Yo ya no fumo porros. ¿Qué haceis aquí, nens?
- No, Paco, si no son porros. Es tabaco liao. Hemos venido a buscarte que hace tiempo que no nos tomamos nada juntos. Sube, Orzowei, va.
- Pues huele a porro.
- Es que es una marca nueva. Un tabaco seleccionado a mano y eso. Sube ya, nen.

A los 5 minutos estaban contando chistes de vascos. Lloraban de risa los hijos de puta. Se desorinaban vivos, vamos. Y bueno, pues así hasta que llegó un momento dao en el que yo veía ya por huevos que no tenía más remedio que intervenir, sabes; son esos momentos en los que inevitablemente se ve uno con una obligación ética y moral de decir algo, tú mentiendes lo que te digo, no. Bueno, pues ya cogí y le dije al conductor, es decir, al Joseluís:

- Oye, Joseluís, mira una cosa que te iba a decir, nen, así entre nosotros, vale, con la mano en el pecho y de buen rollo, y que tú no te mosquees, ¿vale, fiera?, pero que resulta que yo diría (así, como para mis adentros) que hace 2 minutos y, ahora mismo 37 segundos, que has invadido el carril contrario, al loro, eh, de buen rollo lo que te digo, nen, y que hasta ahora hemos tenido una potra que lo flipas, tú mentenderás lo que te estoy diciendo, verdad, pero que es que estoy viendo venir el 28 justo enfrente tuya, cargaíto de gente, y pues como que no lo veo yo así con una intención inmediata, súbita si me apuras y me permites el término, de frenar. Hablamos de milésimas, nen. Tu mateix.

Bueno, pues nada, a las 21:35h. estábamos todos en el Hospital de Can Ruti en Badalona. Los cuatro ingresados en una misma habitación, en la tercera planta. Un mosso de escuadra en la puerta.

- Paco, nen..., tírate el Malboro que lo tienes ahí a tu vera.
- Tu puta madre.
- Joder, Paco, qué esaborío eres cuando quieres, macho.

Pasó una enfermera para comprobar cómo nos encontrábamos. La silbaron. Era un chaparro robusto de físico descompensado y más fea que un 127 visto desde abajo, vale, pero la silbaron y le dijeron cosas bonitas. Me pareció ver que por un segundo se ponía roja. Pobrecilla, nen.
Poco después pasó otra con la cena. Un caldo que ella decía que era sopa. Un trozo de algo que llamaba pescao. Y una pera resabiada para cada uno que yo, personalmente, decidí guardarme para más tarde. Antes de que saliera de la habitación el Tirilla ya estaba sorbiendo la sopa como un retrasado mental y el Joseluís haciendo pelotillas de pescao y tirándoselas al Ramonet a la cama de enfrente. Ya en el umbral paró el carrito, se giró y dijo: "Así va España". Acto seguido desapareció por la puerta.

Y luego pasaron dos doctores. Uno con bata verde y zuecos blancos, calvete y con mirada experta, curtida, pofesional 100%. El otro, con bata blanca, era muy jovencico y llevaba unas Converse All Star de color negro. La bata le iba larga. Se conoce que venían para ver cómo andábamos y eso, vale, y uno de ellos, el chaval jovencico, quiso ponerle un termómetro al Joseluís en la ingle. Total, que cuando quisimos darnos cuenta el Joseluís lo tenía atrapado por el cuello amenazándole la yugular con el tenedor de plástico.

- Joseluís, suelta al becario. Suéltalo te digo. Tú no quieres hacer eso.
- Quiero una hamburguesa del McDonald's y la quiero ahora, malditos bastardos.

Fue justo llevarse el Mosso el walkie a la boca que el Joseluís soltó al doctor. El Ramonet se partía el pecho el cabrón.

- Vuelve a apuntarme con el termómetro ese y te lo tragas - le dijo al chaval. El becario salió llorando de la habitación y el Mosso rechinó los dientes acariciando su porra, y diciéndole con el típico gesto señalando con los dedos sus ojos y los de él que se había quedado con su cara.

El terror llegó justo cuando se nos acabaron las monedillas para ver la tele y no pudimos ver, con el bocado en la boca, el final del capítulo de Texas Walker Motherfucker Ranger. En el preciso momento en el que el Tirilla ya se disponía a pedir en voz alta cambio de 20 leuros con el billete en la mano, entró una enfermera jovencita que estaba más buena que el copón a revisar los goteros. Los chavales, para variar, se exaltaron, la muchacha se asustó, soltó un gritito, y aquí sí, el Mosso no pudo reprimir sus ganas acumuladas y entró con el spray de pimienta y el táser en plan Cherif Lobo. El Joseluís, aprovechando la coyuntura, le pidió (por favor, eso sí), el spray para ver si le encontraba algo de sabor al pescao. El Mosso le arreó con el táser. Y ahí se montó el foyón. Literalmente. El Joseluís echó a arder. Se conoce que antes de venir a recogerme a casa venía de una comida de empresa de la cual tuvieron que echarlo porque se lió a descorchar botellas de vino sin conocimiento alguno, vale, cosa la cual yo de esto me enteré más tarde, claro. O sea.., que de la empresa no lo echan pero de las comidas de empresa sí, una cosa mu rara; yo para mí que este le come lo que te digo a quién te dije (en este caso a una otoñal medio jubilada con más varices que el careto de un vampiro muerto hambre). Total, que el tío venía inflao y el Mosso coge, el corki, le mete un taserazo, y yo no sé cómo, lo juro por Dios, fue como si prendiera una mecha y el Joselu que echa a arder como yesca. FLAM!!!! El Joseluís ardiendo por la habitación como la cerilla humana esa de los 4 fantásticos.

- Paco, joder, múevete, cabrón - me dice el Tirilla.
- A mí me dejas, nen.
- Que es tu amigo, tío.
- Y el tuyo también, so payaso. Que te follen.
- Ya, pero a tí te quiere más, nen.

El Mosso de Escuadra, acojonao perdido, pidiendo a gritos un extintor. Las enfermeras (las tres) irrumpieron en la habitación. La de los goteros que estaba rebuena, enseguida, pobrecica mía, se puso a echarle mantas encima. "Hostie, que me quemo, coño!!!", gritaba el Joseluís. La camisa del pijama chamuscada. La que nos sirvió la cena dijo un claro y nítido "Que se joda. Por desperdiciar la comida". Yo me la quedé mirando, sabes lo que te digo, no. Y coge la tía y todavía le suelta también: "Anda, so cabrón, ves y haz ahora pelotillas con la comida". Hostiaputa. Era la enfermera killer del Tarantino, tú mentiendes lo que te digo, no. La enfermera chaparra y fea, a la que silbaron, sin embargo, se conoce que tenía buen corazón porque también intentó sofocar las llamas que le estaban dejando el pelo al Joseluís como espinacas fritas.

- Paco, nen, que tú solo tienes arañazos, tío, ya te vale. Un amigo ahí sufriendo y te mueves menos que un gato de escayola - me dice el Ramonet, con la pata en alto.

El Joseluís rodando por el suelo en medio de la habitación. La enfermera rebuena echándole más mantas. El Mosso de Escuadra casi llorando. "Qué he hecho, qué he hecho, qué he hecho... He matao a una persona humana...".

- Mira, Ramonet, yo me voy a cagar en tós tus muertos, ¿estamos?. Como me mueva va a ser para meterte el puto gotero por el culo.
- Joder, nano, tampoco te pongas así.
- Me pongo como me sale del nabo so hijoputa. Que mira dónde estoy por vuestra puta culpa, so cabrones.

Se juntaron allí..., madre mía..., se juntaron media docena de tíos con batas blancas (doctores, digo yo), otra media docena de enfermeras y la chaparra diciendo que "a ver si arde como Troya el maleducado este" (una psicópata, nen, lo juro); cuatro abuelos con bata a cuadros llevando el gotero a mano, tres señoras con bata también, una de ellas llevaba un Lecturas con la Carbonero en la portada; un grupo reducido de japoneses con gorro de pesca y unas Nikon de no menos de 900 leuros, que yo no sé porqué cojones siempre tiene que haber japoneses con cámaras en estas situaciones ni de dónde coño salen, así, de la nada; es algo que me descoloca, macho. También dos heavies, que uno de ellos dijo: "yo flipo", y el otro contestó: "te cagas, pavo"; luego una pareja mayor muy bien vestida, vale, ella con pieles y él con una gorrilla de pana, que ponían cara de asco y murmuraban no sé qué de la juventud; un perro callejero con ojos tristes y un señor con unos cartones bajo el brazo y otro de Don Simón en la mano. UN SHOW, vamos. Yo a mi bola, pelándome la pera que había cogido del cajón.

- Paco, nen, no te mosquees, tío. Ha sido un despiste -coge y me dice el Tirilla mientras yo utilizaba a duras penas un cuchillo de plástico blanco.
- Tú sí que fuiste un despiste para tu puta madre. So hijos de puta, que me habeis dicho que era tabaco seleccionado. Seleccionado de pollas, me cago en vuestros muertos, como si yo no supiera oler hachís desde 2.563 kilómetros. En lugar de dar positivo habeis sacado matrícula de honor, maricones. En priva y en drogaína. Menos mal que el conductor del autobús se ha enrrollao un poco y ha dicho que se había descuidao también. Menos mal porque el paquete va a ser para flipar, sabes, así que a ver si se quema un poco más el Joseluís y llegamos a un acuerdo con el Mosso. Denuncia por denuncia, a ver si mentiendes lo que te digo.
- Pero nen..., míralo, que se está socarrando como las lentejas, tío. Eres cruel, Paco.
- Eso con Neutrógena y un poquito vinagre en dos días está listo.
- ¿Y el pelo?.
- Ya era hora de que se rapase esas greñas de mierda. Su madre nos lo agradecerá. Al tiempo.
- Joder, nen, lo tienes todo controlado, Chumo.
- Hay gente que sale de la mili hecho un drogadicto asqueroso. Yo salí hecho un hombre entrenado por los mejores.
- Eres el puto amo.
- Me juego 50 leuros a que no eres capaz de ligarte a la enfermera de la cena, Tirilla.
- ¿A cuala?
- A la que se ha mosqueao cuando os habeis puesto a jugar con la comida.

Al día siguiente, por la mañana, todos marchamos a nuestras respectivas casas. Libres como los gorriones con ganzúa. El Ramonet con unas muletas. El Tirilla, feliz, después de intercambiar el número de móvil con la enfermera y con la promesa lanzada de componerle una canción de amor al más puro estilo Maestro Rodrigo. Y el Joseluís con algunas vendas y apósitos, vale, pero mucho mejor que Nikki Lauda a fín de cuentas, y muy contento con su nuevo look. Yo volví a casa dispuesto a terminar de recoger la cocina y olvidar cuanto antes.