Blogoteca 20 Minutos

martes, 11 de junio de 2013

Diario de... LA PLAYA. (2013)




Lo que más me gusta de la playa:

Mi diario/revista, mi Lucky, los pies en remojo en la orilla, mi cenicero portátil con forma de cucurucho de color rojo que me dio el Ayuntamiento hace eones. Las jamonas que se han tumbado en un área circular próxima a 1,5 - 2 metros. "Hola, guapa, me llamo Paco". "Y yo Aurora, date una vuelta, anda". "Vale, pero luego te invito a un Cola-Jet". "Bueno, ya veremos".  Los abueletes haciendo gimnasia con la gorrilla de Talleres Palomo, Supermercado Amparo o Droguería Laurel. Los dias sin viento que mantienen mi toalla del F.C. Barcelona (producto oficial) en perfecto estado de revista en sus cuatro esquinas, bien planchadita sobre la arena. El bar de los chinos (pasando de largo el chirinquito con licencia oficial y sus precios de coña) que me sirve la cerveza de barril con la temperatura adecuada y un mejor precio. La PSP con el CHESSMASTER, que utilizo bajo la sombrilla estampada. Mis Ray-Ban. El sol, visto desde la sombra. Las chavalas en edad de merecer que pasean arriba y abajo por la orilla. También ese momento en el que las mozas se ajustan la braguita del bikini. El top-less, con limitaciones (de edad, principalmente). La arena gorda, que te permite entrar y salir de la playa limpico, sin molestias. Las aguas a la temperatura justa, que me permiten entrar y salir del mar sin incidencias térmicas corporales, sin sobresaltos ni gesticulaciones extras. Que haya pececitos en el agua, preferiblemente vivos. Que no haya rocaje cabrón, al menos en los primeros 20 metros, pues me da palo bañarme con sandalias de plástico de esas de río para no dejarme parte del pie en algún pedrusco sumergido. Mis chanclas con tira de trapo, porque las de plástico me descuarteran el pie y luego me da palo cojear. Mi Quicksilver con bolsillo trasero y en la pernera lateral derecha, para meter las monedillas para la cerveza de los chinos, el tabaco, el mechero y el smartphone. Mi sombrilla, que no sé si ya la he mentado, pero desde luego sin ella se va a poner al cascoporro quién te dije. El latero que te salva la vida con una Estrella Damm porque el chino está cerrado (raro, raro, raro). La tranquilidad. El sosiego. La paz.

Lo que menos me gusta de la playa:

Las cremas protectoras. Luego el Lucky sabe a Nivea. Los aceites corporales bronceado ultraintensivo. Más de lo mismo. Y encima parezco un moro falso como esos que salen en los catálogos de Carnaval con esos disfraces lamentables hechos con cuatro retales y dos costuras en poses no menos lamentables. Deben de pagarles bastante pasta. A mí desde luego no me pillas. El mechero se resbala. La PSP también. Todo se resbala, maldita sea. La cerveza, la oliva, el cambio que te devuelve la china... ¿Pero quién coño ha inventado los aceites estos?. Malditos cabrones Coppertone. La sal. Me molesta sobremanera ponerme la camiseta cuando llega la hora de partir y que se me quede a medias en la espalda porque no baja para abajo por culpa de la sal en la espalda y los brazos. Se atranca. No baja. Y luego, una vez puesta, se queda como acartonada. The Cartón Effect, que lo llamo. Quedarme sin tabaco. Que en lugar de unas jamonas se me coloquen en un área circular próxima de 1,5 - 2 metros (incluso menos a veces) un grupo de gilipollas con un altavoz de iPad rezumando guitarritas bachateras, reggaeton marginal o rumbas ochenteras de cuando El Vaquilla era furriel. Claro, no les digas nada que son más que tú. Te hinchan. Puedes salvarte algo si justo antes te has puesto Coppertone Ultra Mega Solar Radiation Así Revientes. Les costará más engancharte. Pero bueno, evitemos la violencia. Es cuestión de (poco) tiempo que acaben preñándose unos a otras y echando su vida por el retrete. Los niños que llenan de arena mi perfecta toalla. Bueno, no pasa nada. Son criaturas. No voy a parecer un ogro, joder. Los niños que vuelven a joderme la toalla con sus carreritas. La cara de gilipollas de la madre, del padre, de la abuela, del abuelo... incapaces de reprender a la criaturita. "Iker!!!" (coño, por fín...) "Toma el bocadillo lomo empanao!!!" Las chinas que quieren darme masajes. No, gracias. Otra china. No, gracias. Otra más. "¿Final Feliz?". Que no, coño. Vas a tocarme con esos dientes, joder. "No, con mano". La señora que, junto con los 12 miembros de su família, logra acampar en 50 centímetros de anchura entre mi toalla y la siguiente. Dios mío, ¿qué te hecho? ¿en qué te he fallado?. Los efebos que se pasean por la orilla en plan Mich Buchanan. Estéticamente me joden el paisaje. No por defectuosos, que se ven muy apañaos, eh, pregúntales a sus madres si no, sino por el estilo, la pose, la gesticulación, las caras de gilipollas esas de "tengo el palo de un Frigo Pié metido en el recto". Me fatigan. Luego también el exceso de abuelas haciendo top-less. Están en su derecho, pero coño... a ver... o sea, una cosa equilibrada, ¿no?. Una yaya. Una jamona. Otra jamona. Otra hermosota. Otra... bueno, otra. Y la yaya. Porque cuando hay un porcentaje demasiado elevado de yayas me da palo acercarme a la orilla. Y como en la playa no hay trampolín para meterte en el agua salvando las aguas "cálidas"de la orilla gracias a un estilizado salto del ángel (soy especilista), justo donde están las abuelas, pues a veces acabo por no remojarme. Lo paso fatal. Los zurullos flotantes tampoco son santo de mi devoción. No me inspiran. Los anormales con pelos en los huevos que dejan la toalla de cualquier manera y se lían a correr entre toallas llenándolo todo de arena camino del agua donde se tiran de cabeza y se encuernan vivos contra el lecho marino de cálida temperatura. Luego se levantan como si nada. "Eh!! Eh!!! Meteos que está buenísima!!! JAJAJAJA!!!" El sufrimiento va por dentro, evidentemente. Se han clavao contra el suelo, o contra una roca pensando que había hondura. Hay que ser gilipollas con lo grandecito que eres. Las medusas tampoco me molan mucho. Yo es que soy más de carne. Cordero, Ternera, Buey. No en ese orden por obligación. Luego también no asimilo muy bien la arena fina. Te metes en la ducha antes de irte. Te abres el bañador. La picha y los cojones igual que el bocadillo del Iker. La picha concretamente como un stick de esos de queso que te dan en el Kentucky Friend Chicken. Todo empanao. Rollo tempura, nen. Y ahí a conciencia te das agua y agua y agua y parece que ya. Y te vas para el coche. Y te sientas. Y no. Aún hay rebozado. En los sobacos. En las ingles. Entre los dedos de los pies. Con los 62 grados que hay en el interior del coche que le  ha estado dando todo el soletón durante 6 horas seguidas. Pones el aire, el climatizador. Esos minutos se hacen eternos. La tempura rozando. Dios mío de mi vida porqué tengo que pasar por esto.

Total, que valorando las cosas buenas y malas al final la balanza se decanta por PLAYA SÍ.
Solo falta ACERTAR con la playa, claro.